Mientras los gobiernos y los organismos reguladores actúan para responder a las presiones de los consumidores, a los fabricantes de productos alimentarios les corresponde cumplir con las nuevas normativas para evitar retiradas, descertificaciones o sanciones. Para los fabricantes que venden productos a nivel mundial, esto supone llevar un control de las normas de etiquetado de cada país, así como asegurar que las etiquetas de los productos cumplen las especificaciones. Cada vez es más fácil pasar por alto el cumplimiento de alguna de las especificaciones, por lo que se hace necesario contar con un estricto proceso de control de calidad de las etiquetas.