La preocupación de los consumidores por la seguridad alimentaria aumenta en todo el mundo, por lo que es necesario que los fabricantes reduzcan el riesgo de incumplimiento de la normativa. Aunque la mayor parte de los alimentos de la cadena de distribución son seguros, los problemas de seguridad y las retiradas de productos siguen poniendo de manifiesto el peligro potencial de las amenazas de contaminación microbiológica y física que transmiten los alimentos.
Contar con una certificación de la Iniciativa Mundial de Seguridad Alimentaria (Global Food Safety Initiative, GFSI) es cada vez más importante para ayudar a los fabricantes a garantizar a los consumidores y minoristas que los productos que salen de sus líneas de producción son aptos para el consumo. Además, los fabricantes deben cumplir con las legislaciones de seguridad alimentaria locales y mundiales en los mercados a los que sirven, como la FSMA en los EE. UU., la ANVISA en Brasil y la Food Standards Act en la UE. Todas tienen en común el requisito de proporcionar un entorno de procesamiento que minimice los riesgos de contaminación del producto.
El incumplimiento de los estándares y reglamentos de seguridad alimentaria supone varios riesgos y puede dar lugar a que productos contaminados lleguen a los supermercados, auditorías fallidas que conlleven la pérdida de contratos con comerciantes, sanciones por violar la ley, costosas retiradas de productos y daños irreparables a la reputación de una empresa.